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Juliana Rojas Atehortúa
Este blog es para el servicio de las personas interesadas en los distintos temas que voy a tratar en él.
| Diario de Campo 1 | 8/13/2009 04:30:00 p. m. |
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producción de texto escrito
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Con el corazón en el Agua
Su corazón comenzaba a latir con mucha más rapidez, justo a las 3:27 de la tarde del jueves, cuando sus piernas se disponían a posicionarse sobre el taco de salida. Sensaciones de ansiedad, angustia, temor y pánico, invadían los recuerdos de aquella noche anterior, en la que el sueño y el descanso no le fueron concedidos.
Suena el despertador a las ocho de la mañana y despierta Sebastián con la certeza de encontrarse preparado para ganar la prueba más importante del campeonato. Comienza el día con un fresco jugo de naranja y una buena taza de cereal, empaca el desorden que tiene en la habitación del hotel, selecciona el vestuario del día, y se dispone a partir al encuentro con sus compañeros.
Una llamada en su celular al medio día, le recuerda que lo esperan en las instalaciones de las Piscinas Olímpicas de la ciudad de Cali. Sebastián toma un taxi y le pide dirigirse a la dirección que le entrega escrita en un pedazo de papel, la cual no tiene claridad de donde se encuentra y al parecer el taxista tampoco, cuando le sugiere indicarle el camino. Ambos se hallan un poco perdidos, Sebastián por no vivir en esta ciudad y el taxista por llevar pocos meses trabajando en ella, como le ha contado luego de recorrer algunas cuadras. Un poco afanado y molesto, exige al taxista con tono fuerte, preguntar en que dirección se encontraba su destino y parar de dar vueltas por la ciudad completa.
Encaminándose a los camerinos, tropieza con uno de sus compañeros, quien le informa que el entrenador espera verlos cambiados y listos para realizar juntos el estiramiento, en la segunda piscina olímpica. En tanto que el afloje y la práctica del usual entrenamiento transcurre, el tiempo va señalando la llegada de la prueba que definiría el resultado de este campeonato. Dados por terminados cuarenta minutos de calentamiento, Sebastián se dirige a observar desde la tribuna, como se desenvuelven en las pruebas, algunos competidores de categorías más bajas que la suya, y se encuentra con que su reloj marca media hora faltante para encontrarse en la misma posición.
Se escucha un fuerte silbido, proveniente de Juan Carlos Moreno el entrenador, avisando que las 3:23 son tiempo de desvestirse y dirigirse rápidamente al taco de salida.
En sus marcas, listos…
Ahora sobre el taco, mira el agua detenidamente, ya eran las 3:28, y al percatarse rodeado de sus contrincantes a órdenes del árbitro, recuerda como le exalta pensar en el momento de llegada final. Una vez en el agua su pulso se acelera y sus fuertes brazadas le llevan al otro lado de la piscina en el primer lugar. Al dar una vuelta rápida, Sebastián se devuelve evitando que su patada disminuya el ritmo, calculando la ventaja que lleva delante del adversario que le sigue con mayor cercanía, asegurándose de alcanzar el muro conservando la misma distancia.
El palpar el muro en sus manos y mirar el cronómetro, le dan a Sebastián la seguridad de haber logrado el primer lugar, en la prueba del cien libre, en la que superó su propio tiempo, que se encontraba por encima de los 60 segundos, y disminuyó a unos casi inalcanzables y gratificantes 58 segundos.
La tribuna del lado de su equipo, exaltada, recalca a gritos el triunfo que acaba de alcanzar un importante miembro del club de
Cómo agua entre los dedos
Una prueba más para Sebastián, determinaría el merecimiento del triunfo o descalificación del campeonato. Este no constaba de demostraciones de habilidades para el nado; era una prueba que se realizada para aclarar dudas sobre tan excelente rendimiento y mejoras en la marca personal.
Sebastián se encontraría sometido a una prueba de doping, realizada por los jueces presentes en la competencia, dudosos de una victoria impecable. El “negro”, como lo llamaban y reconocían, efectivamente inyectó en su cuerpo una sustancia que le proporcionaba alto rendimiento y potencial a la hora de nadar.
Es la manera en que tan anhelado reconocimiento y esfuerzo decayeron, convirtiendo la experiencia de Sebastián en mensaje de recapacitación y ejemplo de cómo un gran deportista deteriora su larga trayectoria.

© 2008 Juliana Rojas Atehortúa
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